viernes, 8 de julio de 2011

Columna N° 22 año 2


Aparentemente, han logrado “instalar” en la opinión de muchas personas de “buena voluntad”  la idea de que no es aceptable que la educación sea una actividad que pueda generar lucro legítimamente.

Han fundado su argumentación en que las universidades privadas actuales son instituciones que, de acuerdo a la Ley, no tienen fines de lucro, pero que mediante diferentes argucias y artimañas lo han estado generando jugosamente.

Lamentablemente en eso tienen razón. Esa es la verdad y eso ha ocurrido a vista y paciencia de todas las autoridades del Ejecutivo, del Poder Judicial, del Congreso y de la Contraloría, desde la creación del sistema, a fines de los ochenta.

Más allá de la legalidad o constitucionalidad de la mencionada prohibición del lucro, se argumenta que la Educación no debe generar lucro por ser una actividad muy importante para la sociedad.

Cabría, entonces, preguntar a estos señores si  otras actividades igualmente importantes como la Salud o la vivienda o la alimentación, actividades todas que generan lucro, están en la lista de sus próximas “movilizaciones”.

Resulta claro que la verdad detrás de esta “causa estudiantil” no se encuentra en la Educación sino que apunta mucho más lejos. Se dirige, a ojos vista, a los cimientos de nuestro orden económico y social que, entre otras virtudes, ha permitido al país un gran desarrollo económico y ha hecho posible reducir en forma dramática la extrema pobreza.

Desde luego que hay problemas por resolver, y muchos, la distribución del ingreso entre los más apremiantes, mejorar la salud, la educación, la vivienda y más, pero el país y el mundo saben que el socialismo no es la solución.

Entonces centremos la discusión en esos temas, que los dirigentes del movimiento por la educación se saquen las máscaras y discutamos el problema de fondo. ¿Socialismo o Libertad? Eso es lo que está en juego.

Que el Gobierno y sus parciales dejen de actuar en forma reactiva, que pasen a la ofensiva con sus ideas y con soluciones concretas. Que se quiten los complejos y avancen en la construcción de una sociedad más libre y más justa, más equitativa, más humana, con oportunidades para todos.

Pareciera ser que olvidaron que para eso los eligieron. No prometieron socialismo ni nada parecido, muy por el contrario, y el pueblo votó por ellos. ¿Qué están esperando entonces para ponerse a trabajar?

Es urgente, por el bien del país, que se establezca una tregua en la guerra fratricida entre los partidos de gobierno, que los partidarios dejen de murmurar, dejen de burlarse de sus autoridades.

No imagino algo más estúpido que elegir un gobierno y no apoyarlo ni defenderlo.