jueves, 14 de julio de 2011

Columna N° 24 año 2

Es curioso que exista en Chile un Banco Central, cuya administración es independiente del Poder Ejecutivo y cuyo Consejo está formado por profesionales altamente calificados provenientes de las diferentes corrientes políticas. Igual cosa ocurre con la Televisión Nacional. Insistentemente se habla hoy de que igual cosa de debería hacerse con Codelco. En otras palabras, el país prefiere que las cosas más “importantes” no dependan directamente del gobierno de turno. La plata, la tele y el sueldo de Chile deben ser manejadas con mucha responsabilidad de manera que es mejor no dejárselas al gobierno.

El razonamiento es impecable, pero cabe preguntarse si existen en el país otros asuntos tan importantes como esos y que en consecuencia deberían tener igual tratamiento. Las encuestas y diversos estudios de opinión dejan de manifiesto que, para la población, la Educación, la Salud y la Seguridad son tanto o más importantes que la Tele, el cobre, o la inflación, sin embargo eso no se refleja en el andamiaje del Estado.

En los últimos años la cantidad de recursos que el Estado ha destinado a Educación y Salud ha sido creciente y ha alcanzado cifras siderales que no guardan relación con los resultados obtenidos.

 Estudios internacionales muy respetables dejan en muy mal pié la calidad de nuestro sistema educativo y parece haber consenso interno de que el problema es grave.

Entonces, el Ministro de turno idea un nuevo Plan de Educación que normalmente tarda más en diseñarse de lo que “dura” el Ministro y en no pocas ocasiones más de lo que dura el Gobierno, más ahora que serán de cuatro años. Y esto no sucede porque sean ineptos o incapaces, sino porque el tema es complejo y de largo plazo. Casi todos saben eso, pero no hacemos nada por cambiar tal estado de cosas, de manera  que el problema seguirá sin solución.

Si el problema es complejo, de solución en el largo plazo, que requiere constancia y perseverancia ¿por qué depende de un Ministro o de un Gobierno? ¿Los equilibrios macro económicos, la televisión y el cobre, son más importantes que la educación de nuestros jóvenes? ¿No son el futuro de Chile? ¿O es sólo palabrería? Chile pierde competitividad y sabemos la razón: educación de mala calidad.

Pareciera ser que ha llegado el momento de tomar el problema en serio. Y cuando los asuntos son muy serios no hay dejárselos a los políticos. Es el momento de pensar en un ente u organismo de carácter nacional, independiente del Ejecutivo, integrado por los mejores especialistas nacionales y extranjeros (tenemos plata para pagarlos) que tenga por misión diseñar un Plan Nacional de Educación, de largo plazo y que se haga responsable de ponerlo en ejecución, administrarlo y controlar sus avances entregando cuentas públicas periódicas. La dirección de tal ente debe estar compuesta por las personas más competentes y de las más diversas corrientes políticas y no deben ser de “la confianza” de otros poderes del Estado salvo, por ejemplo, de un quórum muy alto del Senado o del Congreso Pleno.      

Pero eso es demasiado razonable para que ocurra alguna vez en Chile.