jueves, 18 de agosto de 2011

Columna N° 29 año 2

Cuando uno ve lo que está pasando en este rincón del mundo, donde la gente, mansamente, aunque cada vez menos, tolera toda clase de abusos y tropelías, se le empiezan a ocurrir las cosas más disparatadas.

Con la plata que tenemos ahorrada, para una finalidad que no ha sido revelada  a los hombres, podríamos resolver una cantidad grande de nuestros principales problemas, o todos. Sin embargo, nuestra dirigencia política, empresarial, clerical, sindical y demáses, parece estar dispuesta a esperar que, algún día, seamos un país desarrollado y feliz.

Ante tamaña ceguera e irresponsabilidad, rayana en la sevicia, este observador ha discurrido una solución, un tanto extrema, acepto, pero que hoy por hoy parece ser el único camino viable para salir del pantano en que nos han metido.

Primero, deberá jubilarse a todos las actuales autoridades y dirigentes del ámbito político, económico, social y moral.

Segundo: Con una pequeña parte de la plata podemos llamar a un concurso internacional para contratar un Rey o, derechamente, un Dictador, con la precaución de verificar que cumpla algunos requisitos mínimos: que sea una persona inteligente, con sensibilidad social, don de mando y, por sobre todo, una persona decente.

Tercero: la persona designada deberá diseñar un nuevo sistema político, económico y social que se ajuste adecuadamente a nuestras conveniencias y necesidades, en un plazo razonable.

Cuarto: En el ínter tanto deberá gobernar con plenos poderes pudiendo designar a las personas que estime conveniente, tanto nacionales como extranjeras.

Este observador está convencido que este trabajo se puede realizar en un período relativamente corto, al cabo del cual nos podrá entregar un país bien organizado, con una nueva y eficiente institucionalidad, funcionando perfectamente bien, en justicia, orden y bienestar.

Ahora, ¿Cuánto nos vamos a demorar en desbaratarlo todo? Ese es otro cuento. Por si acaso deberíamos conservar el teléfono del gobernante contratado para exigirle que responda por la garantía del trabajo realizado. Si no cumple lo denunciamos al Sernac.

Como es posible que el proceso de licitación internacional para la contratación de este personaje pueda tomar un tiempo, sería conveniente que en el período de espera todas las autoridades políticas se queden en sus casas, con sueldo. Que no hagan nada y dejen a la gente que se las arregle por su cuenta, lo que será, de todos modos, mejor que lo que está pasando.

Para mayor seguridad se podría solicitar, temporalmente, la ayuda en la conducción general de los asuntos a Don Francisco.

A la espera de que esta propuesta tenga buena acogida nos quedaremos mientras tanto esperando la, “ahora si”, última propuesta del gobierno a la Camila, que ojalá acepte, para que nos deje en paz de una buena vez.